Criterios diagnósticos de trastornos mentales

según la CIE-10

F50-59 TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO ASOCIADOS A DISFUNCIONES FISIOLOGICAS Y A FACTORES SOMATICOS

 

F50 Trastornos de la conducta alimentaria

F50.0 Anorexia nerviosa
F50.1 Anorexia nerviosa atípica
F50.2 Bulimia nerviosa
F50.3 Bulimia nerviosa atípica
F50.4 Hiperfagia en otras alteraciones psicológicas
F50.5 Vómitos en otras alteraciones psicológicas
F50.8 Otros trastornos de la conducta alimentaria
F50.9 Trastorno de la conducta alimentaria sin especificación

F51 Trastornos no orgánicos del sueño

F51.0 Insomnio no orgánico
F51.1 Hipersomnio no orgánico
F51.2 Trastorno no orgánico del ciclo sueño-vigilia
F51.3 Sonambulismo
F51.4 Terrores nocturnos
F51.5 Pesadillas
F51.8 Otros trastornos no orgánico del sueño
F51.9 Trastorno no orgánico del sueño de origen sin especificación

F52 Disfunción sexual no orgánica

F52.0 Ausencia o pérdida del deseo sexual
F52.1 Rechazo sexual y ausencia de placer sexual

F52.10 Rechazo sexual
F52.11 Ausencia de placer sexual

F52.2 Fracaso de la respuesta genital
F52.3 Disfunción orgásmica
F52.4 Eyaculación precoz
F52.5 Vaginismo no orgánico
F52.6 Dispareunia no orgánica
F52.7 Impulso sexual excesivo
F52.8 Otras disfunciones sexuales no debidas a enfermedades o trastornos orgánico
F52.9 Disfunción sexual no debida a enfermedad o trastorno orgánico

F53 Trastornos mentales y del comportamiento en el puerperio no clasificados en otro lugar

F53.0 Trastornos mentales y del comportamiento en el puerperio no clasificados en otro lugar leves
F53.1 Trastornos mentales y del comportamiento en el puerperio no clasificados en otro lugar graves
F53.8 Otros trastornos mentales en el puerperio no clasificados en otro lugar
F53.9 Otro trastorno mental o del comportamiento del puerperio, sin especificación

F54 Factores psicológicos y del comportamiento en trastornos o enfermedades clasificados en otro lugar

F55 Abuso de sustancias que no producen dependencia

F55.0 antidepresivos
F55.1 laxantes
F55.2 analgésicos
F55.3 antiácidos
F55.4 vitaminas
F55.5 hormonas o sustancias esteroideas
F55.6 hierbas o remedios populares
F55.8 otras sustancias que no producen dependencia
F55.9 sustancia sin especificar
F59 Trastornos del comportamiento asociados a disfunciones fisiológicas y a factores somáticos sin especificación.

 

F50 TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA

En este epígrafe se agrupan dos síndromes importantes y claramente delimitados: la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, además de otros trastornos bulímicos menos específicos y de la obesidad relacionada con alteraciones psicológicas. Así mismo, incluye una breve descripción de los vómitos que acompañan a trastornos psicológicos.

Excluye: trastorno de la conducta alimentaria en la infancia (F98.2) dificultades y malos cuidados alimentarios (R63.3) anorexia o disminución del apetito sin especificar (R63.0) pica de la infancia (F98.3)

F50.0 Anorexia nerviosa

La anorexia nerviosa es un trastorno caracterizado por la presencia de una pérdida deliberada de peso, inducida o mantenida por el mismo enfermo. El trastorno aparece con mayor frecuencia en muchachas adolescentes y mujeres jóvenes, aunque en raras ocasiones pueden verse afectados varones adolescentes y jóvenes, así como niños prepúberes o mujeres maduras hasta la menopausia. La anorexia nerviosa constituye un síndrome independiente, en el siguiente sentido:

A pesar de que las causas fundamentales de la anorexia nerviosa siguen sin conocerse, hay una evidencia cada vez mayor de que existen una serie de factores socioculturales y biológicos que interactuan entre sí contribuyendo a su presentación, en la que participan también mecanismos psicológicos menos específicos y una vulnerabilidad de la personalidad. El trastorno se acompaña de desnutrición de intensidad variable, de la que son consecuencia alteraciones endocrinas y metabólicas, así como una serie de trastornos de funcionales. Aún hay dudas sobre si el trastorno endocrino característico se debe únicamente a la desnutrición y al efecto directo del comportamiento que la ha provocado (por ejemplo restricciones en la dieta, ejercicio físico excesivo con alteraciones del equilibrio metabólico, provocación de vómitos y utilización de laxantes, con los consiguientes desequilibrios electrolíticos) o si intervienen otros factores aún desconocidos.

Pautas para el diagnóstico

El diagnóstico de la anorexia nerviosa debe realizarse de una forma estricta, de modo que deben estar presentes todas las alteraciones siguientes:

1) evitación de consumo de "alimentos que engordan" y por uno o más de uno de los síntomas siguientes:
2) vómitos autoprovocados
3) purgas intestinales autoprovocadas
4) ejercicio excesivo y
5) consumo de fármacos anorexígenos o diuréticos

Diagnóstico diferencial

No suele plantear dificultades. Pueden presentarse además síntomas depresivos u obsesivos, así como rasgos de la personalidad anormales, lo que trae consigo el problema de diferenciar o utilizar más de una categoría diagnóstica. Deben distinguirse de esta enfermedad las causas somáticas de pérdida de peso en enfermos jóvenes, incluyendo enfermedades emanciantes crónicas, tumores cerebrales y trastornos intestinales como la enfermedad de Crohn o el síndrome de malabsorción.

F50.1 Anorexia nerviosa atípica

Este término debe ser utilizado para los casos en los que faltan una o mas una de las características principales de la anorexia nerviosa (F50.0), como amenorrea o pérdida significativa de peso, pero que por lo demás presentan un cuadro clínico bastante característico. Este tipo de enfermos es mas frecuente en psiquiatría de interconsulta y enlace y en atención primaria. También pueden incluirse aquí enfermos que tengan todos los síntomas importantes de la anorexia nerviosa, pero en grado leve. Este término no debe de utilizarse para trastornos de la conducta alimentaria que se parecen a la anorexia nerviosa pero que son debidos a una etiología somática conocida.

F50.2 Bulimia nerviosa

La bulimia nerviosa es un síndrome caracterizado por episodios repetidos de ingesta excesiva de alimentos y por una preocupación exagerada por el control del peso corporal lo que lleva al enfermo a adoptar medidas extremas para mitigar el aumento de peso producido por la ingesta de comida. Este término debería restringirse a las formas del trastorno que estén relacionadas con la anorexia nerviosa por el hecho de compartir la misma psicopatología. La distribución por edades y sexo es similar a la de la anorexia nerviosa aunque la edad de presentación tiende a ser ligeramente mas tardía. El trastorno puede ser considerado como una secuela de la anorexia nerviosa persistente (aunque también puede darse la secuencia contraria). A primera vista, un enfermo previamente anoréxico puede parecer que está mejorando a medida que gana peso e incluso recupera la menstruación si es mujer, pero entonces surge una forma maligna de comportamiento caracterizado por sobrealimentación y vómitos. Los vómitos repetidos pueden dar lugar a trastornos del equilibrio electrolítico, a complicaciones somáticas (tetania, crisis comiciales, arritmias cardíacas o debilidad muscular) y a una mayor pérdida de peso.

Pautas para el diagnóstico

Para que pueda hacerse el diagnóstico de bulimia nerviosa, deben estar presentes todas las alteraciones que se refieren a continuación de modo que constituyen pautas diagnósticas estrictas. Dentro de cada pauta pueden aceptarse algunas variaciones, tal y como se indica:

Incluye: bulimia sin especificar hiperorexia nerviosa

Diagnóstico diferencial

La bulimia nerviosa debe ser diferenciada de:

F50.3 Bulimia nerviosa atípica

Este término debe ser utilizado para los casos en los que faltan una o mas una de las características principales de la bulimia nerviosa (F50.2), pero que por lo demás presentan un cuadro clínico bastante típico. Los enfermos tienen con frecuencia un peso normal o incluso superior a lo normal, pero presentan episodios repetidos de ingesta excesiva seguidos de vómitos o purgas. No son raros síndromes parciales acompañados de síntomas depresivos (si éstos síntomas satisfacen las pautas de un trastorno depresivo debe hacerse un doble diagnóstico.

Incluye: bulimia con peso normal

F50.4 Hiperfagia en otras alteraciones psicológicas

Se debe codificar de acuerdo con en este apartado la ingesta excesiva como una reacción a acontecimientos estresantes y que da lugar a obesidad. Duelos, accidentes, intervenciones quirúrgicas y acontecimientos emocionalmente estresantes pueden dar lugar a una "obesidad reactiva", en especial en enfermos predispuestos a la ganancia de peso.

La obesidad como causa de alteraciones psicológicas no debe ser codificada aquí. La obesidad puede hacer que el enfermo se sienta muy sensibilizado acerca de su aspecto y desencadenar una falta de confianza en las relaciones interpersonales. Puede exagerarse la valoración subjetiva de las dimensiones corporales. Para codificar la obesidad como causa misma de alteración psicológica se deben usar categorías tales como F38, otros trastornos del humor (afectivos), F41.2, trastorno mixto ansioso-depresivo o F48.9, trastorno neurótico sin especificación, más un código de E66 para indicar el tipo de obesidad.

La obesidad considerada como efecto indeseable del tratamiento a largo plazo con neurolépticos, antidepresivos u otro tipo de medicación psicotropa no debe codificarse aquí, sino bajo el epígrafe E66, obesidad inducida por fármacos, añadiendo un código adicional del capítulo XX de al CIE-10 (causas externas), para identificar el fármaco.

La obesidad puede provocar a veces el seguir una dieta que puede dar lugar a síntomas afectivos menores (ansiedad, nerviosismo, debilidad e irritabilidad) o, más raramente, a síntomas depresivos graves ("depresión de la dieta"). Para codificar estos cuadros se debe utilizar el código adecuado de las secciones F30-39 o F40-49 para enmarcar los síntomas descritos, añadiendo F50.8, otros trastornos de la conducta alimentaria, para indicar el hecho de seguir una dieta y un código de la sección E66 para señalar el tipo de obesidad.

Incluye: hiperfagia psicógena

Excluye: polifagia sin especificación (R62.2) obesidad (E66.-)

F50.5 Vómitos en otras alteraciones psicológicas

Además de la bulimia nerviosa en las que el vómito es autoprovocado, pueden presentarse vómitos repetidos en los trastornos disociativos (de conversión) (F44), en la hipocondría (F45.2), en la que los vómitos pueden ser uno de los múltiples síntomas corporales y en el embarazo, donde los factores emocionales pueden contribuir a la aparición de vómitos y náuseas recurrentes.

Incluye: vómitos psicógenos hiperemesis gravídica psicógena

Excluye: nauseas y vómitos sin especificación (R11)

F50.8 Otros trastornos de la conducta alimentaria

Incluye: disminución psicógena del apetito pica de origen orgánico en adultos

F50.9 Trastorno de la conducta alimentaria sin especificación

F51 TRASTORNOS NO ORGANICOS DEL SUEÑO

Se trata de un grupo de trastornos que incluye:

Esta sección incluye únicamente aquellos trastornos del sueño en los que las causas emocionales son un factor primario. Los trastornos del sueño de origen orgánico, como el síndrome de Kleine-Levin (G47.8), se encuentran en el capítutulo VI de la CIE-10 (G47.-). Los trastornos no psicógenos, incluyendo la narcolepsia y la cataplegia (G47.4) y los trastornos del ritmo del sueño (G47.2) se incluyen también en el capítulo VI de la CIE-10. Además, en dicho capítulo se recogen la apnea del sueño (G47.3) y los trastornos del sueño con movimientos episódicos entre ellos las mioclonias nocturnas (G25.3). Finalmente, la enuresis (F98.0) está recogida junto con otros trastornos emocionales y comportamentales de inicio específico en la infancia y adolescencia mientras que la enuresis nocturna primaria (R33.8), considerada como debida a un retraso de la maduración del control de la vejiga durante el sueño está recogida en el capítulo XVIII de la CIE-10, entre los síntomas que afectan al sistema urinario.

En muchos casos una alteración del sueño es un síntoma de otro trastorno mental o somático. Incluso cuando un trastorno específico del sueño aparece como clínicamente independiente, pueden presentarse una serie de factores psíquicos o somáticos que hayan contribuido a su aparición. El determinar si un trastorno del sueño, en un enfermo dado, es un trastorno independiente o simplemente uno entre los demás rasgos de otro trastorno (clasificado en otro apartado de es tomo, capítulo V o en otros capítulos de la CIE-10) debe hacerse en función de su presentación y de su curso clínicos, al igual que en las consideraciones y prioridades terapéuticas en el momento de realizarse la consulta. En cualquier caso, siempre que la queja principal de un enfermo sea un trastorno del sueño, deberá hacerse un diagnóstico de trastorno del sueño. Sin embargo, es preferible reseñar el diagnóstico del trastorno específico del sueño junto con los diagnósticos pertinentes para describir adecuadamente la psicopatología o fisiopatología de un caso determinado.

Excluye: trastornos del sueño (orgánicos) (G47.-)

F51.0 Insomnio no orgánico

El insomnio es un estado caracterizado por una cantidad o calidad del sueño no satisfactorias, que persiste durante un considerable período de tiempo. La diferencia con lo que se considera habitualmente como cantidad normal de sueño no debería ser el elemento principal para un diagnóstico de insomnio dado que algunos individuos (con escasas necesidades de sueño) duermen una cantidad mínima de tiempo y no se consideran así mismos como insomnes. Por otro lado hay enfermos que sufren intensamente a causa de la mala calidad de su sueño, mientras que la cantidad del mismo es valorada subjetiva u objetivamente como dentro de límites normales.

Entre los insomnes la queja más frecuente es la dificultad para conciliar el sueño, seguida de la de mantenerlo y la de despertar precoz. Lo característico es que se presenta tras acontecimientos que han dado lugar a un aumento del estrés vital. Tiende a prevalecer más entre las mujeres, los enfermos de edad avanzada y aquellas personas con trastornos psicológicos o que se encuentran en mala situación socioeconómica. Cuando se sufre repetidamente de insomnio se desencadena un miedo creciente a padecerlo y una preocupación sobre sus consecuencias. Esto crea un círculo vicioso que tiende a perpetuar el problema del enfermo.

A la hora de acostarse los enfermos con insomnio cuentan que se sienten tensos, ansiosos, preocupados o deprimidos y como si carecieran de control sobre sus pensamientos. Frecuentemente dan vueltas a la idea de conseguir dormir lo suficiente, a problemas personales, a preocupaciones sobre su estado de salud o incluso sobre la muerte. A menudo intentan mitigar esta tensión con la ingesta de fármacos o de alcohol. Por la mañana suelen quejarse de sensación de cansancio físico y mental y durante el día están deprimidos, preocupados, tensos e irritables y obsesionados consigo mismos.

Los niños dicen a menudo que tienen dificultades para dormir cuando en realidad el problema consiste en dificultades de las costumbres y normas de acostarse (más que en un trastorno del sueño por si mismo). Los problemas relacionados con la hora de acostarse no se codifican aquí sino en el capítulo XXI de la CIE-10 (Z62.0, control supervisión parentales inadecuados).

Pautas para el diagnóstico

Deben considerarse esenciales para el diagnóstico los siguientes rasgos clínicos:

Este código debe utilizarse siempre que la cantidad o la mala calidad del sueño sea el único síntoma que tiene el enfermo. La presencia de otros síntomas psiquiátricos tales como depresión, ansiedad u obsesiones, no invalida el diagnóstico de insomnio, siempre y cuando el insomnio sea el síntoma primario o bien si su evolución crónica y gravedad hacen que el enfermo lo perciba como tal. Si coexisten otros trastornos, únicamente deberán ser codificados en caso de que sean lo suficientemente graves y persistentes como para justificar un tratamiento por sí mismos. Debe tenerse en cuenta que la mayoría de los individuos con insomnio crónico suelen estar preocupados por su trastorno del sueño, mientras que niegan la existencia de cualquier problema emocional y por lo tanto es precisa una evaluación clínica cuidadosa antes de desechar la presencia de una psicopatología de mayor envergadura.

El insomnio es un síntoma frecuente de otros trastornos mentales tales como los trastornos del humor (afectivos), neuróticos, orgánicos, debidos al consumo de sustancias psicotropas, esquizofrénicos y de la conducta alimentaria, o de otros trastornos específicos del sueño tales como pesadillas. Así mismo, el insomnio puede acompañar a trastornos somáticos en los que haya dolor o malestar o al consumo de ciertos medicamentos. Si el insomnio se presenta como uno solo de los múltiples síntomas de un trastorno mental o de una enfermedad somática, por ejemplo y no predomina en el cuadro clínico, el diagnóstico debe ser únicamente el del trastorno mental o somático subyacente. También tienen primacía diagnóstica otros trastornos del sueño tales como pesadillas, trastornos del ciclo sueño-vigilia, apnea del sueño o mioclonus nocturno, aún cuando tengan como consecuencia un deterioro de la cantidad o calidad del sueño. No obstante, en todos estos casos, si el insomnio es una de las molestias mas importantes y es percibido como un trastorno en sí mismo, deberá codificarse como tal a continuación del trastorno principal.

Este código no se aplica al llamado "insomnio transitorio". Las alteraciones transitorias del sueño forman parte de la vida cotidiana. Por lo tanto, el pasar unas pocas noches con dificultades para dormir relacionadas con la presencia de factores psicosociales estresantes no merece este diagnóstico, aunque si se acompaña de otros síntomas clínicamente significativos podría ser considerada como parte de una reacción a estrés agudo (F43.0) o de un trastorno de adaptación (F43.2).

F51.1 Hipersomnio no orgánico

El hipersomnio se define como un estado bien de excesiva somnolencia y ataques de sueño diurnos (no justificables por una cantidad inadecuada de sueño nocturno) o bien de un período de transición prolongado desde el sueño hasta la vigilia plena tras el despertar. En ausencia de factores orgánicos que expliquen la somnolencia, este trastorno suele acompañar a otros trastornos mentales. A menudo suele ser un síntoma de un trastorno del humor (afectivo) generalmente depresivo (F31.3, F31.4 ó F31.5), de un trastorno depresivo recurrente (F33) o de un episodio depresivo (F32). Otras veces, no obstante no se pueden reunir pautas suficientes para efectuar un diagnóstico de otro trastorno mental a pesar de que se tiene la evidencia de que existe un cierto grado de psicopatología.

Algunos enfermos establecen por si mismos la relación entre su predisposición a dormirse en momentos poco adecuados y ciertas experiencias cotidianas poco agradables. Otros niegan que exista tal relación, incluso cuando un médico experto las haya podido identificar. En otros casos no se pueden identificar con certeza factores emocionales u otros factores psicológicos pero la ausencia de factores orgánicos sugiere que el hipersomnio es con toda probabilidad de origen psicógeno.

Pautas para el diagnóstico

Se consideran esenciales los siguientes rasgos clínicos:

Si el hipersomnio se presenta como uno de los síntoma de un trastorno mental, tal como un trastorno del humor (afectivo), el diagnóstico debería ser el del trastorno subyacente. Sin embargo deberá añadirse el diagnóstico de hipersomnio de origen no orgánico si el sueño excesivo es el síntoma predominante en enfermos con otros trastornos mentales. Cuando no se reúnan las condiciones necesarias para formular otro diagnóstico debe usarse hipersomnio como diagnóstico único.

Diagnóstico diferencial

Es esencial diferenciar el hipersomnio de la narcolepsia (G47.4). En ésta suelen estar presentes uno o más síntomas secundarios, tales como la cataplegia, la parálisis del sueño, alucinaciones hipnagógicas, ataques irresistibles y reparadores de sueño y sueño nocturno fragmentado e interrumpido. Por el contrario, en el hipersomnio, los ataques de sueño diurnos son menos frecuentes, aunque cada episodio tiene una duración mayor. El enfermo suele ser capaz de prevenir su aparición, el sueño nocturno tiene normalmente una duración prolongada y hay una marcada dificultad para alcanzar la vigilia completa después del despertar ("borrachera del sueño").

Es importante diferenciar el hipersomnio de origen no orgánico del que acompaña a la apnea del sueño y de otros hipersomnios orgánicos. La mayoría de los enfermos con apnea del sueño tienen, además del síntoma de una excesivo sueño diurno, antecedentes de interrupción de la respiración nocturna, ronquidos intermitentes característicos, obesidad, hipertensión, impotencia, deterioro cognoscitivo, inquietud y sudoración nocturna profusa, dolores de cabeza matutinos y trastornos de la coordinación. Cuando existe una fuerte sospecha de apnea del sueño, la confirmación del diagnóstico y la cuantificación de los episodios apneicos debe efectuarse mediante registros en un laboratorio de sueño.

El hipersomnio debido a causas orgánicas definidas (encefalitis, meningitis, contusiones y otras lesiones cerebrales, tumores cerebrales, enfermedades vasculocerebrales, degenerativas y otras enfermedades neurológicas, trastornos metabólicos, intoxicaciones, alteraciones endocrinas, síndrome de postradiación) puede ser diferenciado del hipersomnio de origen no orgánico por la mera presencia de un factor orgánico que puede ponerse de manifiesto a partir de las manifestaciones clínicas y de los resultados de las exploraciones complementarias.

F51.2 Trastorno no orgánico del ciclo sueño-vigilia

El trastorno del ciclo del sueño-vigilia se define por una falta de sincronización entre el ritmo de sueño-vigilia individual y el deseable en el entorno en el que se desenvuelve el enfermo, lo que ocasiona una queja de insomnio nocturno o de sueño durante el día. Este trastorno puede ser psicógeno o de origen presumiblemente orgánico, según el peso relativo de uno u otro tipo de factores condicionantes. Los individuos con ciclos de sueño-vigilia desorganizados y variables presentan con frecuencia un grado considerable de psicopatología, por lo general relacionada con diversos trastornos psiquiátricos tales como trastornos de la personalidad y trastornos del humor (afectivos). En enfermos que tienen que cambiar de turno de trabajo o viajar con frecuencia con cambios de horario, la alteración de los ritmos circadianos tiene un carácter básicamente biológico, aunque también puede existir un fuerte componente emocional añadido, ya que dichos individuos suelen tener que soportar un estrés considerable. Por último en algunos individuos se produce un adelantamiento en la fase de sueño-vigilia deseada, lo que puede ser debido tanto a un mal funcionamiento intrínseco del oscilador circadiano (reloj biológico) del enfermo, como a un procesamiento anormal de las claves temporales que sincronizan los relojes biológicos (este último caso puede estar de hecho relacionado con alteraciones cognoscitivas o emocionales).

Este código se reserva para aquellos trastornos del ciclo sueño-vigilia en los que los factores psicológicos juegan el papel mas importante, mientras que en aquellos casos en los que se sospecha un trastorno orgánico deberá utilizarse el código G47.2, por ejemplo, como trastornos orgánicos del ciclo sueño-vigilia. En cualquier caso concreto, corresponde al juicio clínico elegir cuando los factores psicológicos son de una importancia primaria, es decir, cuando debe usarse el presente código o el G47.2.

Pautas para el diagnóstico

Los rasgos impuestos por clínicos esenciales son los siguientes:

Sólo deberá utilizarse este código cuando no pueda identificarse una causa psiquiátrica o somática clara de este trastorno. No obstante, la presencia de síntomas psiquiátricos tales como ansiedad, depresión o hipomanía no invalidan el diagnóstico de trastorno psicógeno del ciclo de sueño-vigilia, siempre y cuando este trastorno predomine en el cuadro clínico del enfermo. Cuando otros síntomas psiquiátricos sean lo suficientemente claros y persistentes como para justificar un tratamiento por sí mismo, dicho trastorno o trastornos mentales específicos deberán ser diagnosticados por separado.

Incluye: inversión del ritmo circadiano psicógena inversión del sueño psicógena inversión nictameral psicógena

F51.3 Sonambulismo

El sonambulismo es un estado de disociación de la conciencia en el que se combinan fenómenos propios del sueño y de la vigilia. Durante un episodio de sonambulismo, el individuo se levanta de la cama, por lo general durante el primer tercio del sueño nocturno y deambula, presentando un bajo nivel de conciencia, una escasa reactividad a estímulos externos y una cierta torpeza de movimientos. En general el sonámbulo abandona el dormitorio y puede llegar a salir de su casa y por lo tanto, durante estos episodios, se expone a un considerable riesgo de lesionarse. Sin embargo, por lo general suelen volver tranquilamente a su casa por si mismos, o bien dirigidos suavemente por otras personas. Cuando se despiertan, ya sea tras el episodio de sonambulismo o a la mañana siguiente, no suelen recordar estos hechos.

El sonambulismo y los terrores nocturnos (F51.4) están estrechamente relacionados. Ambos son considerados como trastornos de los mecanismos del despertar y se presentan fuera de las etapas más profundas del sueño (estadíos III-IV). Muchos enfermos tienen antecedentes familiares o personales de cualquiera de estos trastornos. Además ambos son mucho más frecuentes en la infancia, lo que pone de relieve el papel que juegan en su etiología factores ligados al desarrollo. Así mismo, en algunos casos el comienzo de estos trastornos coincide con una enfermedad febril cuando persisten o se presentan por primera vez en la madurez, ambos tienden a estar relacionados con trastornos psicológicos importantes. Debido a las semejanzas clínicas y patogénicas entre el sonambulismo y los terrores nocturnos y al hecho de que el diagnóstico diferencial entre ambos trastornos consiste normalmente en determinar cual de ellos predomina, recientemente se considera que forman parte de un espectro nosológico común. Pese a todo y con el fin de mantener la clasificación tradicional y a la vez que para destacar las diferencias de su expresión clínica, se proporcionan claves separadas para su codificación.

Pautas para el diagnóstico

Los rasgos clínicos esenciales son los siguientes:

Diagnóstico diferencial

Es necesario diferenciar el sonambulismo de los ataques epilépticos psicomotores. La epilepsia psicomotriz rara vez se presenta únicamente durante el sueño. Durante un ataque epiléptico el enfermo no responde en absoluto a los estímulos ambientales mientras que aparecen frecuentemente movimientos perseverantes de tragar o frotarse las manos. La presencia de descargas epilépticas en el E.E.G. confirma el diagnóstico, a pesar de que un trastorno convulsivo no excluye que haya sonambulismo.

También debe diferenciarse el sonambulismo de los trastornos disociativos (de conversión) (ver F44.1). En un trastorno disociativo los episodios son mucho más largos, los enfermos están más alerta y son capaces de llevar a cabo formas de conducta más complejas o intencionales. Además estos trastornos son raros en niños y lo característico es que comiencen durante las horas de vigilia.

F51.4 Terrores nocturnos

Los terrores nocturnos consiten en episodios nocturnos de pánico y terror intensos que se acompañan de gritos, movimientos bruscos y fuertes descargas vegetativas. El individuo se levanta o se incorpora dando un grito de pánico, normalmente durante el primer tercio del sueño nocturno. Con frecuencia se precipita hacia la puerta como tratando de escapar a pesar de que rara vez llega salir de la habitación. Los esfuerzos de los demás para modificar esta situación pueden de hecho producir un temor más intenso, puesto que el individuo no sólo es incapaz de responder a ellos, sino que además puede estar desorientado durante algunos minutos. Al despertarse no suele recordar el episodio. Debido a estas características clínicas los afectados tienen un gran riesgo de lesionarse durante ellos.

Los terrores nocturnos y sonambulismo (F51.3) están estrechamente relacionados entre sí. Ambos trastornos comparten las mismas características clínicas y fisiopatológicas y los factores genéticos, de desarrollo, orgánicos y psicológicos juegan un papel importante en ambos. Debido a sus muchas semejanzas, ambos trastornos han sido recientemente considerados como parte del mismo espectro nosológico.

Pautas para el diagnóstico

Los rasgos clínicos esenciales son los siguientes:

Diagnóstico diferencial

Es necesario distinguir los terrores nocturnos de las pesadillas. En ellas las vocalizaciones y manifestaciones motrices son poco intensas. Al contrario que en el caso de los terrores nocturnos, las pesadillas pueden presentarse en cualquier momento del sueño, el individuo puede despertarse fácilmente y tiene un recuerdo muy detallado y vívido del acontecimiento.

Para diferenciar los terrores nocturnos de los ataques epilépticos el médico debe tener en cuenta que los episodios comiciales rara vez se presentan solamente durante el sueño y que un registro electroencefalográfico anormal apoya el diagnóstico de epilepsia.

F51.5 Pesadillas

Las pesadillas son una experiencia onírica cargada de ansiedad o de miedo. Los que las padecen tienen un recuerdo muy detallado del contenido del sueño. Esta experiencia es muy vívida y suele incluir temas que implican una amenaza para la supervivencia, la seguridad o la estimación de sí mismo. Con mucha frecuencia en la pesadilla suele repetirse un mismo tema o temas similares. Durante un episodio típico de pesadillas se produce una cierta descarga vegetativa, pero no hay vocalizaciones ni una actividad motriz apreciable. Al despertarse el individuo alcanza rápidamente un estado de alerta y de orientación aceptables. Su comunicación con los demás es adecuada y por lo general puede proporcionar gran cantidad de detalles sobre la experiencia del sueño, tanto inmediatamente después como a la mañana siguiente.

En los niños no suelen existir trastornos psicológicos asociados a las pesadillas, dado que cuando se presentan a estas edades tienen normalmente relación con fases específicas del desarrollo emocional. Por el contrario, los adultos con pesadillas presentan alteraciones psicológicas importantes, normalmente en forma de trastornos de personalidad. Además, el consumo de ciertas sustancias psicotropas, tales como reserpina, tioridazina, antidepresivos tricíclicos y benzodiacepinas, puede contribuir a la aparición de pesadillas. Así mismo, la supresión brusca de fármacos hipnóticos no benzodiacepínicos que suprimen el sueño REM (fase del sueño en la que se producen los ensueños) puede potenciar la aparición de pesadillas por un efecto de rebote.

Pautas para el diagnóstico

Los rasgos clínicos esenciales para el diagnóstico son los siguientes:

Incluye trastorno de ansiedad del sueño

Diagnóstico diferencial

Es importante diferenciar las pesadillas de los terrores nocturnos. En estos últimos los episodios se presentan durante el primer tercio del período del sueño y se acompañan de intensa ansiedad, gritos de pánico, gran actividad de movimientos e intensas descargas vegetativas. Además, en los terrores nocturnos no se recuerdan los detalles del sueño, ni inmediatamente después del episodio ni al despertarse a la mañana siguiente.

F51.8 Otros trastornos no orgánicos del sueño

F51.9 Trastorno no orgánico del sueño de origen sin especificación

Incluye: trastornos emocionales del sueño sin especificación

F52 DISFUNCIONES SEXUALES DE ORIGEN NO ORGANICO

Las disfunciones sexuales abarcan diferentes formas de incapacidad para participar en una relación sexual deseada. Según los casos se trata de una falta de interés una imposibilidad de sentir placer, un fracaso en la respuesta fisiológica necesaria para una interacción sexual efectiva (por ejemplo erección) o una incapacidad para controlar o sentir un orgasmo.

Puesto que la respuesta sexual es un proceso psicosomático, lo normal en la etiología de las disfunciones sexuales, estén implicados tanto factores psicológicos como somáticos implicados. Aunque en algunos casos es posible identificar inequívocamente una etiología psicógena u orgánica, lo más frecuente, en especial en problemas como la ausencia de erección o la dispareunia, es que resulte difícil estar seguro de la importancia de unos u otros. En tales casos resulta adecuado clasificar el trastorno como de etiología mixta o incierta.

Algunos tipos de disfunción se presentan tanto en varones como en mujeres, por ejemplo la falta de deseo sexual. No obstante las mujeres tienden a presentar con mayor frecuencia quejas sobre la calidad subjetiva de la experiencia sexual (por ejemplo, el que no sea placentera o interesante), en lugar de fracasos en una respuesta específica. La queja de disfunción orgásmica no es rara, pero es necesario tener en cuenta que cuando un aspecto de la respuesta sexual femenina se ve afectado, es muy posible que haya otros que estén también deteriorados. Por ejemplo si una mujer es incapaz de sentir orgasmos, es frecuente que tampoco disfrute con otros aspectos del juego amoroso y pierda también gran parte de su apetito sexual. Los varones, por el contrario, cuando se quejan de un fracaso en una respuesta específica, tal como la obtención de erección o eyaculación, suelen referir que a pesar de estos fracasos, su apetito sexual persiste. Por lo tanto antes de hacer un diagnóstico es necesario explorar detenidamente cada trastorno, sin detenerse únicamente en el síntoma que motiva la consulta.

Excluye: síndrome de Dhat (F48.8) síndrome de Koro (F48.8)

F52.0 Ausencia o pérdida del deseo sexual

Para hacer este diagnóstico es necesario que la pérdida del deseo sexual sea el problema principal y no sea secundario a otras dificultades sexuales como el fracaso en la erección o la dispareunia. La ausencia de deseo sexual no excluye el placer o la excitación, pero hace menos probable que el individuo emprenda alguna actividad sexual en este sentido.

Incluye: frigidez trastorno hipoactivo del deseo sexual

F52.1 Rechazo sexual y ausencia de placer sexual

F52.10 Rechazo sexual

La perspectiva de interacción sexual con una pareja se acompaña de intensos sentimientos negativos y produce la suficiente ansiedad y miedo como para evitar la actividad sexual.

F52.11 Ausencia de placer sexual.

Se presentan respuestas sexuales normales y tiene lugar el orgasmo, pero existe una ausencia del placer correspondiente. Esta queja es mucho más frecuente entre mujeres que entre los varones.

Incluye: anhedonia (sexual)

F52.2 Fracaso de la respuesta genital

En los varones el problema fundamental es disfunción para la erección, por ejemplo, una dificultad en alcanzar o mantener una erección adecuada una penetración satisfactoria. Si la erección se presenta con normalidad en determinadas situaciones (durante la masturbación o el sueño, o con una pareja diferente), es probable que la causa sea psicógena. Si no es así, el diagnóstico correcto de este trastorno puede depender de una exploración específica (por ejemplo medida de la intumescencia nocturna del pene) o de la respuesta al tratamiento psicológico.

En las mujeres el problema fundamental es la sequedad vaginal o fracaso en la lubricación, que pueden ser de origen psicógeno, patologico (por ejemplo infeccioso) o por una deficiencia de estrógenos (por ejemplo tras la menopausia). Es poco frecuente que las mujeres se quejen primariamente de sequedad vaginal, excepto como síntoma de una deficiencia postmenopáusica de estrógenos.

Incluye: impotencia psicógena trastornos de la erección trastorno del estímulo sexual en la mujer.

F52.3 Disfunción orgásmica

Cuando se presenta este trastorno, el orgasmo no se produce o se retrasa excesivamente. El trastorno puede aparecer en situaciones concretas (por ejemplo, únicamente en determinadas circunstancias, en cuyo caso la etiología es probablemente psicógena) o permanente, en cuyo caso no se pueden excluir con facilidad factores somáticos o constitucionales, excepto si hay una respuesta satisfactoria a un tratamiento psicológico.

La disfunción orgásmica es más frecuente en mujeres que en varones.

Incluye: anorgasmia psicógena inhibición orgásmica

F52.4 Eyaculación precoz

Este trastorno consiste en la incapacidad de controlar la aparición de la eyaculación durante el tiempo necesario para que ambos participantes disfruten de la relación sexual. En algunos casos graves, la eyaculación puede presentarse antes de la penetración o en ausencia de erección. La eyaculación precoz se debe raras veces a causas orgánicas aunque puede presentarse como reacción psicológica a una disfunción orgánica, por ejemplo, un fracaso de la erección o a la presencia de dolor. La eyaculación también se considera precoz si la erección requiere una estimulación prolongada, de tal manera que el intervalo de tiempo desde que se alcanza la erección suficiente y la eyaculación se acorta. En tales casos el problema primario es un retraso en la erección.

F52.5 Vaginismo no orgánico

Se trata de un espasmo muscular de la pared pelviana que rodea la vagina, lo que causa una oclusión de la abertura vaginal. En tal caso la entrada del pene es imposible o muy dolorosa. El vaginismo puede ser una reacción secundaria a alguna causa local de dolor, en cuyo caso no debe recurrirse a esta categoría.

Incluye: vaginismo psicógeno

F52.6 Dispareunia no orgánica

La dispareunia (dolor durante la penetración) se presenta tanto en mujeres como en varones. A menudo puede ser atribuida a una patología local, en cuyo caso debe ser codificada de acuerdo con el trastorno correspondiente. En algunos casos no hay ninguna causa orgánica y puede ser importante la presencia de factores psicógenos. Esta categoría sólo deberá utilizarse si no hay ninguna otra disfunción sexual (por ejemplo, vaginismo o sequedad vaginal).

Incluye: dispareunia psicógena

F52.7 Impulso sexual excesivo

Tanto los varones como las mujeres pueden quejarse ocasionalmente de un impulso sexual excesivo como un problema en si mismo, generalmente durante el final de la adolescencia o en el comienzo de la edad adulta, cuando el impulso sexual excesivo es secundario a un trastorno del humor (afectivo) (F30-F39) o cuando aparece en los estadíos iniciales de la demencia (F00-F03) debe codificarse aquí.

Incluye: ninfomanía satiriasis

F52.8 Otras disfunciones sexuales no debidas a enfermedades o trastornos orgánicos

F52.9 Disfunción sexual no debida a enfermedad o trastorno orgánico

F53 TRASTORNOS MENTALES Y DEL COMPORTAMIENTO EN EL PUERPERIO, NO CLASIFICADOS EN OTRO LUGAR

Se clasifican aquí sólo los trastornos mentales que se prentan en el puerperio (con comienzo en las seis semanas posteriores al parto) que no satisfacen las pautas de trastornos clasificados en otra parte de éste tomo V (F) de la CIE-10, porque la información disponible es insuficiente, o porque la presencia de características clínicas especiales adicionales hace inadecuada su clasificación en otra parte. Por lo general es posible clasificar los trastornos mentales del puerperio sin utilizar estos códigos especiales, usando dos códigos, el primero de cualquier otra categoría de este tomo V (F) de la CIE-10, indicando el tipo específico de trastorno mental (generalmente del humor (afectivo), F30-F39), y el segundo, 099.3, enfermedades mentales y del sistema nervioso complicadas con el puerperio.

F53.0 Trastornos mentales y del comportamiento en el puerperio no clasificados en otro lugar leves

Incluye: depresión postnatal depresión postparto sin especificar

F53.1 Trastornos mentales y del comportamiento en el puerperio no clasificados en otro lugar graves

F53.8 Otros trastornos mentales y del comportamiento en el puerperio no clasificados en otro lugar

F53.9 Otro trastorno mental o del comportamiento del puerperio sin especificación

F54 FACTORES PSICOLOGICOS Y DEL COMPORTAMIENTO EN TRASTORNOS O ENFERMEDADES CLASIFICADOS EN OTRO LUGAR

Esta categoría debe utilizarse para diagnosticar la presencia de influencias psicológicas o comportamentales consideradas como importantes en la etiología de trastornos somáticos que pueden ser clasificados de acuerdo con otros capítulos de la CIE-10. Este tipo de alteraciones mentales suelen ser normalmente leves, no permiten hacer un diagnóstico clínico más especifico y a menudo son muy prolongadas (tales como preocupaciones, conflictos emocionales o aprensión). Por si mismas no satisfacen las pautas de ninguna de las categorías descritas en el resto de este tomo V (F) de la CIE-10. Debería utilizarse un código adicional para identificar el trastorno somático (en los pocos casos en que un trastorno psiquiátrico manifiesto se considere el causante de un trastorno somático, deberá utilizarse un segundo código adicional para dejar constancia de este trastorno mental).

A continuación figuran algunos ejemplos de como se debe utilizar esta categoría: Asma (F54 + J45), dermatitis y eczema (F54 + L23- L25), úlcera gástrica (F54 + K25.-), colitis mucosa (F54 + K58.-), colitis ulcerosa (F54 + K51.-) y urticaria (F54 + L50.-).

Incluye: factores psicológicos que afectan a funciones somáticas

Excluye: cefalea de tensión (G44.2)

F55 ABUSO DE SUSTANCIAS QUE NO PRODUCEN DEPENDENCIA

Aunque el número de sustancias medicinales, remedios populares y fármacos registrados que pueden dar lugar a diagnósticos de este apartado es muy grande, la mayoría de ellas pertenecen a uno de estos tres grupos: fármacos psicotropos que no dan lugar a dependencia, como los antidepresivos, laxantes y analgésicos que no necesitan receta como la aspirina y el paracetamol. Alguno de estos productos pudo haber sido recetado en una primera instancia en el pasado, pero a partir de entonces se ha desarrollado un consumo prolongado innecesario o a dosis excesivas, favorecido por su facilidad de adquisición.

El consumo persistente e injustificado de estas sustancias da lugar a gastos y a contactos con dispositivos asistenciales innecesarios y a menudo a daños somáticos. Los intentos de disuadir o impedir el consumo de la sustancia se enfrentan a una gran resistencia, a pesar de advertir al enfermo sobre el riesgo o la presencia de consecuencias tales como daño renal o alteraciones electrolíticas, a las que pueden dar lugar el consumo de analgésicos o de laxantes. Aunque suele ser evidente que el enfermo tiene una gran predisposición a consumir la sustancia, no se presentan síntomas de dependencia (F1x.2) ni de abstinencia (F1x.3) como en el caso de las sustancias psicotropas referidas en F10-F19.

Debe usarse un cuarto caracter para identificar el tipo de sustancia implicado:

F55.0 Antidepresivos (tricíclicos, tetracíclicos, IMAO)

F55.1 Laxantes

F55.2 Analgésicos (no especificados como psicotropos en F10-F19: aspirina, paracetamol, fenacetina)

F55.3 Antiácidos

F55.4 Vitaminas

F55.5 Hormonas o sustancias esteroideas

F55.6 Hierbas o remedios populares

F55.8 Otras sustancias que no producen dependencia (diuréticos)

F55.9 sustancia sin especificación

Excluye: abuso de sustancias psicotropas que producen dependencia (F10-F19)

F59 TRASTORNOS MENTALES Y DEL COMPORTAMIENTO ASOCIADOS A DISFUNCIONES FISIOLOGICAS Y A FACTORES SOMATICOS SIN ESPECIFICACION

Incluye: disfunción fisiológica psicógena sin especificación

 


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