La terapia a tráves de internet
Que la gran red mundial de información, Internet, está ofreciendo cada vez mayores e insospechadas posibilidades a todos los usuarios, es por todos conocido. Tan sólo un ejemplo de ello es el hecho de que para muchas personas el correo electrónico se está convirtiendo, poco a poco, en un firme sustituto de las comunicaciones telefónicas a larga distancia. De la misma manera, los programas de chateo nos permiten conversar por escrito y en tiempo real con cualquier persona, sin importar lo lejos que se encuentre.
En el ámbito de la psicología, desde hace ya bastante tiempo, además de multitud de recursos informativos, existen en Internet foros de debate y de noticias, grupos de apoyo y grupos de autoayuda, que acercan entre sí a especialistas y afectados interesados en alguna cuestión común.
En España aún no se ha apostado con fuerza por la terapia a distancia en general, y menos si cabe por la terapia On-line, en parte por desconfianza ante un medio relativamente nuevo y, por consiguiente, con características y efectos aún desconocidos.
Comentaremos brevemente los diversos medios técnicos que nos proporciona Internet de cara a la intervención o asesoramiento On-line, medios con los que el internauta estará ya sin duda familiarizado, destacando las cualidades que más nos interesan.
- El correo electrónico permite una comunicación asincrónica (no simultánea, y por tanto en diferido), gracias a la cual es posible reflexionar la respuesta desde minutos hasta meses.
- El chat cuenta con una serie de ventajas adicionales respecto al correo electrónico, como son: la mayor flexibilidad de las conversaciones, al ser éstas en tiempo real; la posibilidad de corregir errores o aclarar dudas sin tener que esperar un mensaje; o la posibilidad de llevar a cabo un tratamiento psicológico estableciendo sesiones reales, de determinada duración y estructuradas según una periodicidad.
- La conversación oral y/o visual a través de programas como el Skype, Yahoo, Messenger, etc. ya nos es útil gracias a los avances en la infraestructura de telecomunicaciones, a menudo se logra una calidad aceptable. A las ventajas del chateo podemos añadir aquí otra más: la información que dan el tono de la voz y sus oscilaciones.
- En cuanto a la videoconferencia, hay que advertir que los problemas relacionados con la lentitud son meramente técnicos, y que es de esperar que en pocos años hayan sido subsanados. La única inferioridad que puede mostrar este sistema frente a la comunicación directa, la de carne y hueso, es que falta el contacto físico entre los interlocutores.
Todos estos medios técnicos que facilita Internet van dirigidos hacia una sola finalidad: mejorar la comunicación entre las personas. Es por ello que en la red han prosperado no sólo sitios de recursos informativos relacionados con la psicología (ya sean bibliografías, artículos, anuncios de congresos, cursos, etc.), sino también foros de debate para especialistas y grupos de autoayuda, normalmente organizados por asociaciones de afectados. Las experiencias de estos últimos grupos, que suelen constar de un moderador profesional, y los avances técnicos a favor de una cada vez más viable comunicación, nos conducen a una inevitable pregunta: ¿por qué no también la terapia individual on-line?
En realidad, a poco que nos pongamos a pensar en la aplicación de este tipo de terapia a distancia, son muchas las ventajas que se nos vienen a la mente. Una de ellas es su complementariedad: se puede utilizar Internet para resolver con inminente eficacia dudas puntuales que vayan surgiendo en el proceso terapéutico normal.
Además de servir como complemento de una terapia normal, su accesibilidad, que nos puede acercar donde no llegan muchos otros servicios, gracias a la infraestructura telefónica, nos hace plantearnos un uso casi total de la terapia por Internet cuando otra actuación es imposible (de igual manera que en España ya se ha iniciado con éxito el proyecto "Aula Global", para llevar la escolarización a las zonas más remotas de nuestra geografía). Por ello, que los profesionales presten sus servicios en la red puede ser de gran ayuda a aquellas personas que, por su emplazamiento físico, estén muy alejadas de cualquier servicio en persona o que, por padecer alguna enfermedad, no puedan desplazarse.
Hay otros casos que imposibilitan cualquier otra actuación del psicólogo. Lo queramos aceptar o no, hay personas que jamás acudirían al psicólogo porque son literalmente incapaces de hacer partícipe a otro, a otra cualquiera", de sus más íntimos conflictos. Sin embargo, en el anonimato que concede la red, muchas de estas personas son capaces de confesar lo inconfesable, y, bajo ese anonimato (que es relativo, porque el otro quizá conoce tu nombre e incluso tu aspecto, pero que da la tranquilidad de la distancia), chateando con un psicólogo sienten como si estuvieran hablando con un diario, con la salvedad de que este diario les contesta y asesora.
Sin duda, hay todavía más casos en los que la aplicación de la terapia on-line podría ser indispensable. Imaginemos por un momento la cantidad de personas que sufren fobia social, o agorafobia, o depresión profunda, y que no van a ver a un psicólogo porque para ello tienen que enfrentarse en el camino con los propios condicionantes de su trastorno. Algunas de estas personas pasan gran parte de su vida encerradas en su hogar. ¿Qué ocurriría si pudieran consultar con el psicólogo sin tener que salir de allí? Desde luego, en estos casos un tratamiento a distancia no podría mantenerse demasiado tiempo, porque acabaría por no someter al cliente directamente a las situaciones conflictivas; no obstante, podríamos utilizar Internet como medio alternativo hasta que consiguiéramos que acudiera en persona a un especialista.
Por desgracia existen también algunos defectos que arrastra consigo el ejercicio de la terapia a través de la red. Quizá el más prominente de ellos es el problema de la seguridad. Si el anonimato y la distancia aportan beneficios, también conllevan la incertidumbre de no saber quién te está atendiendo. Para evitar el fraude, el sitio Web del psicólogo debería incluir la mayor cantidad de información posible con respecto a sus credenciales (así como un número de teléfono del COP donde confirmar los datos del colegiado); en este sentido, teniendo en cuenta la novedad y especial idiosincrasia del medio, quizá se debería revisar la normativa deontológica sobre la publicidad, pues la exposición de las credenciales no habría de tomarse como tal, sino como un aval que mitigue las deficiencias de la distancia.
Una vez que el psicólogo ya ha demostrado ser quien dice ser, garantizar la confidencialidad de su cliente ya es tanto su responsabilidad como la de cualquier otro compañero. Otra cosa es garantizar la seguridad informática de los medios utilizados. Para asegurarnos de que nadie va a leer nuestro correo electrónico habría que utilizar códigos de encriptación, lenguajes en clave descifrables únicamente por el emisor y el receptor, que facilitan algunos programas y que impiden que cualquier otra persona acceda a los mensajes.
Otro problema que comprenden estas terapias es la ausencia de información no verbal. Esta ausencia se hace más notoria en el correo electrónico, el chateo por escrito y las conversaciones con sonido y sin imagen, que no nos permiten ver los gestos y expresiones del cliente; mientras que la atención mediante videoconferencia superaría este defecto. Sin embargo, no todos son inconvenientes: los contenidos no verbales no tienen por qué circunscribirse de forma exclusiva a nuestra percepción visual del cliente, sino que pueden extraerse también del texto escrito (en el caso del correo electrónico y del chat) y de las inflexiones de la voz (en las conversaciones orales).
Todo esto nos pone de manifiesto la gran diferencia entre las terapias convencional y a distancia. No es lo mismo tratar a un cliente en persona que chatear con él; en cada una de estas situaciones trabajamos en un medio distinto, con sus propias técnicas de interpretación y aplicación. En un principio, esta diferencia puede resultar un inconveniente dado el desconocimiento que solemos tener de las potencialidades de Internet. Sin embargo, podemos plantearnos la siguiente cuestión: ¿hasta qué punto es posible adaptar nuestras técnicas y estrategias terapéuticas al nuevo medio y avanzar en ellas? En el momento presente resulta difícil plantearse una relajación, una desensibilización sistemática en vivo o un modelado a través de Internet, aún suponiendo la utilización de la videoconferencia y del mayor número posible de recursos técnicos. Realmente, en muchas ocasiones nos veremos obligados a advertir al cliente de las limitaciones del tratamiento Online. Sin embargo, gran parte de las estrategias relacionadas con la reestructuración cognitiva pueden, a nuestro juicio, ser aplicadas de esa forma.
Por último, hay otro problema que detenta la terapia en la red, y es la lentitud de las comunicaciones en tiempo real. Tratamos este problema en último lugar porque en el plano de la fundamentación epistemológica o metodológica carece de interés, ya que es meramente técnico y con el tiempo acabará solucionándose. En España, si nosotros o el cliente no disponemos de línea ADSL, lo más usual es que no podamos comunicarnos por videoconferencia (que requiere mucho mayor ancho de banda), y que nos tengamos que conformar, como máximo, con el chateo por escrito.
Articulo publicado por : D. Francisco Enrique López Bermú y D. Juan Jacinto Muñoz Rengel