Técnicas de Estudio (I)
Introducción
A algunos pudiera sorprenderle el hecho de que hay que aprender a estudiar pero en realidad eso es lo que hay que hacer en muchos casos. Probablemente el error se encuentra en la propia definición de "estudiar", sinónimo para muchos de empollar, es decir, memorizar sin comprender. Sin embargo, esto no es estudiar. Estudiar es un trabajo profesional por un lado y por otro, un arte. Un arte entendido como el dominio de una serie de destrezas, habilidades y técnicas, que se aprenden con el ejercicio y que permiten la consecución del objetivo propuesto, en este caso del estudio.
Dos son los objetivos esenciales que se pretenden con las líneas que siguen. Por una parte, la aceptación de la responsabilidad que supone el ser hoy un estudiante que se prepara para ser un buen profesional y, por otro lado y dependiendo de lo anterior, comprender la necesidad de dominar las técnicas antes mencionadas para alcanzar calidad en nuestro trabajo en menos tiempo.
El estudio persigue dos objetivos fundamentales:
La adquisición de conocimientos.
La puesta en práctica de estos conocimientos.
Desde el punto de vista del desarrollo cultural y humano, el fin esencial del estudio
es la formación integral de la persona, capacitándola para llevar una vida con plenitud,
tanto a nivel individual como colectivo, una existencia activa, consciente. Esta
perspectiva resume la idea de que los actos de la vida no se encuentran en compartimentos
cerrados sino que se relacionan unos con otros abiertamente. Por ello estudiar no puede
desligarse del continuo vital y sí involucrarse en la filosofía personal, colaborando en
conseguir el bienestar físico y psicológico al que tenemos derecho. Para obtenerlo, no
obstante, es necesario responsabilizarse frente a esta tarea.
Así, no se trata únicamente de ofrecer una metodología de trabajo sino que es preciso
dotarla de calidad humana, de creatividad e incorporarla a la dinámica de nuestra vida.
Estudiar, visto bajo esta perspectiva, no puede ser atiborrar de datos a nuestro cerebro,
sino adquirir una buena formación mental que nos posibilite aprehender el mundo e
interpretar la realidad. Esta habilidad mental podría definirse con las siguientes
características: flexibilidad, agilidad, capacidad crítica, creatividad, curiosidad y
sensibilidad intelectuales, capacidad para el análisis y síntesis y facilidad de lectura
y expresión. Estas características pueden potenciarse y organizarse de modo que nuestro
objetivo, estudiar, se cumpla plenamente.
De lo dicho hasta aquí podemos concluir que lo importante no es la cantidad de estudio, sino la calidad del mismo. Saber estudiar significa saber cómo hay que pensar, observar, concentrarse, organizar y analizar, en suma ser mentalmente eficiente.
Condiciones ambientales del estudio
Las personas que conviven con el estudiante ejercerán influencia porque le presionarán más o menos, según sus propias expectativas y deseos de éxito. Por otro lado, la tónica general de la armonía familiar va a propiciar o no el mayor rendimiento en el estudio.
Los compañeros y los profesores también ejercen su influjo que aumentará o no el deseo de aprender más, de comunicar esos nuevos conocimientos.
El ambiente personal también hay que tenerlo en cuenta, es decir, las condiciones internas de la persona que incluirían: nivel de motivación hacia el estudio, objetivo final al que se quiere llegar y por qué, la capacidad para afrontar los problemas y solucionarlos, el convencimiento de que el estudio es una verdadera profesión y tiene sus dificultades.
Y finalmente el ambiente físico, es decir nuestras condiciones físicas y el lugar de
estudio.
Hay que procurar que el cuerpo esté bien al ponerse a estudiar, por ejemplo, no estudiar
después de una comida fuerte, una emoción, beber alcohol, fumar mucho o tomar mucho
café. Tampoco es adecuado después de dormir mucho o demasiado poco. En suma, hay que
mantener el cuerpo en forma haciendo ejercicio y practicando una buena respiración,
siguiendo una dieta sana, durmiendo lo necesario y no abusando de las drogas mal llamadas
"blandas".
El sitio donde se desarrolla la verdadera tarea del estudiante es frente a su mesa de
trabajo. Es allí dónde, si ha conseguido crear las condiciones de silencio, buena luz,
muebles cómodos, material al alcance de la mano, y le ha dado ese toque personal,
cálido, podrá realmente concentrarse y olvidando, precisamente esas condiciones
físicas, dedicarse a su labor intelectual. Además si toma el hábito de estudiar en el
mismo lugar, el proceso de concentración será más rápido y eficaz.
Organización y planificación del estudio
Disponer de la planificación de nuestro trabajo es el primer paso a realizar. Las
razones que justifican la existencia de un horario son: Alivia psicológicamente. Evita malgastar el tiempo y estudiar más de lo necesario. Permite la concentración. Ayuda a crear el hábito del estudio. Permite estudiar lo justo en el tiempo justo. Para realizar nuestro horario personal debemos tener en cuenta los siguientes
elementos: Debe ser estructurado semanalmente. Hay que tener en cuenta los tiempos de todas nuestras actividades. Hay que hacer una escala de autovaloración de las asignaturas según el agrado y el
grado de dificultad que representan para nosotros. Hay que distribuirse lo más concretamente posible tanto las asignaturas como las
tareas. Las asignaturas que son parecidas nunca deben estudiarse seguidas. Dejar cada día un rato para el ocio. Hacer ejercicio físico habitualmente. Ser realista y ajustarse a nuestro ritmo de vida. Su carácter es provisional. Una vez determinado, hay que cumplirlo. Debemos tenerlo siempre a mano. Existen dos causas principales que hacen fracasar el horario: La distracción, que puede ser interna (pensamientos) o externa (ruidos, familia,
amigos,...) El hecho de no valorar como importante el horario, lo que conduce a su incumplimiento. Las estrategias que podemos llevar a cabo para facilitar el cumplimiento horario son: Efectuar períodos más breves de estudio, pero manteniendo el nivel de horas
establecido. Tener las metas y los propósitos concretizados al máximo. Intercalar más descansos. Adecuar mejor el lugar de estudio. Realizar ejercicios de concentración. Estudiar en las mejores horas para cada uno. Controlar el pensamiento. Hacer comprender a la familia y a los amigos la importancia de estudiar, para que
respeten dicha actividad. Conseguir "hacer nuestro" el lugar donde trabajamos. Acudir asiduamente a una biblioteca. Estudiar de forma adecuada fatiga y existen unas técnicas que ayudan al descanso del
trabajo intelectual y al mismo tiempo favorecen la concentración. Hay dos momentos en los
que conviene reposar del trabajo: Cuando paramos el trabajo y hacemos los descansos correspondientes, hay tres niveles
progresivos: cambio de trabajo intelectual, cambio mental completo y cambio de ocupación
total. Asimismo existen una serie de ejercicios de relajación que pueden practicarse: Relajación
física de los sentidos (por ejemplo, 20" mirando a alguna cosa a una
distancia de dos o más metros. Con tranquilidad, pasivamente, con el pensamiento centrado
en lo que se mira como si fuera visto por primera vez). Relajación de los
músculos de la cabeza (por ejemplo, mover los músculos de la frente varias
veces hasta cansarlos, dejarlos ir y sentirlos relajarse). Cambios de postura
física para movilizar los músculos inactivos durante el estudio y ejercicios
respiratorios. Cuando nos sentimos cansados para el trabajo intelectual: Si piensas que estás fatigado
te cansarás más, por lo tanto hay que distraerse del cansancio, hay que
observar si hay tensiones internas que nos restan energía, hay que
observar si estamos aplicando bien las técnicas de lectura y relajar la vista.
Si aún así no podemos seguir trabajando, hay que posponerlo 15 o 20 minutos, durante los
cuales realizaremos actividades completamente distintas de estudiar.
Factores preliminares al estudio activo
Ya hemos analizado nuestras circunstancias personales y los ambientes en que nos encontramos; hemos organizado nuestro tiempo , hemos observado cuánto y cómo nos distraemos y estamos preparados para abordar activamente el estudio. Sin embargo existen aún algunos elementos que debemos conocer y dominar para acometer con éxito la tarea. Estos elementos son, la atención y concentración, el aprendizaje y la memoria.
Atención y Concentración
Podemos definir la atención como la aplicación de la
mente a un objeto de manera exclusiva y durante un tiempo determinado. Su objetivo es
entender, conocer a fondo y grabar en la memoria los conocimientos adquiridos.
Existen dos tipos de atención:
Involuntaria, es decir aquella en la que no ponemos intención. Por ejemplo, un sonido fuerte, una voz conocida, una luz.
Voluntaria, que requiere una elección y como tal un esfuerzo para salvar el conflicto de atracción que ejercen otros estímulos en diverso sentido. Este tipo de atención es indispensable para obtener rendimiento al estudiar.
La concentración es el mantenimiento prolongado de la atención.
Para aumentar la capacidad de atención hay que trabajar sobre cinco puntos:
Ejercitar la voluntad y el interés por el estudio, esto es, estar motivado hacia él. Una persona está motivada cuando su acción viene iniciada y sostenida desde dentro y la ayuda exterior sólo es un incentivo momentáneo. Así: pensar a menudo porqué estudias, buscar la utilidad concreta que pueda tener lo que estás haciendo ahora, volver siempre a la tarea sin nervios y autorreforzarse.
Tratar adecuadamente los asuntos personales, de dos modos: anotarlos y posponer su atención para después del estudio o bien, si es una cuestión importante o irritante, darse un tiempo de 15 minutos para pensar en ella y luego volver al estudio.
Entusiasmarse uno mismo con lo que está haciendo, teniendo en cuenta el poder que tienen los pensamientos, de modo que éstos deben ser positivos respecto a la tarea para que podamos sentirnos a gusto.
Procurar mantenerse físicamente en forma y sin tensiones a la hora de estudiar.
Hacer ejercicios específicos para mejorar la atención. Por ejemplo: Contar todas las "a" de una página de un libro teniendo en cuenta el tiempo que tardas en hacerlo. Observar un objeto cualquiera durante un minuto intentando recordarlo en el mínimo detalle. Dibujarlo sin el modelo intentando buscar la exactitud de los detalles.
El aprendizaje
Es un cambio en las disposiciones y capacidades humanas, con relativa
permanencia, y que no se puede atribuir sólo al proceso de desarrollo de la persona.
Depende de las circunstancias personales y el momento evolutivo en que se encuentre.
Hay cuatro condiciones básicas para tener un aprendizaje óptimo:
Querer aprender, es decir, la voluntad ejercida libremente.
Tener motivación para aprender, es decir, saber el esfuerzo que supone y estar dispuesto a realizarlo.
Método que sistematice los conocimientos.
Distribución adecuada del tiempo, que impida perderlo innecesariamente.
Además de estas condiciones básicas, hace falta conocer una serie de funcionamientos del aprendizaje:
Toda imagen evoca a aquellas que se le parecen (Ley del parecido).
Una imagen evoca a la contraria (Ley del contraste).
Una imagen evoca a otra próxima en el espacio o en el tiempo (Ley de continuidad).
Una imagen evoca otras que tienen relación (Ley de las relaciones íntimas).
Una imagen se une a un efecto muy fuertemente si la emoción sentida es agradable (Ley del interés).
Así, cuanto más relacionemos lo que aprendemos con estas leyes más lo retendremos.
Las integraciones significativas son un paso más de las leyes anteriores y consisten en
combinar, integrar y extraer de los datos, el carácter fundamental, que es independiente
de los primeros datos. Es la labor de síntesis.
De esto, surgen unas leyes mentales, que es necesario poner en práctica al estudiar y son:
Ley del Efecto: procurar asociar sentimientos agradables a todo lo referente al estudio, ya que se recordará mejor.
Ley del Ejercicio: la repetición continuada y el repaso hace muy fuerte la conexión entre los elementos estudiados, reduciendo mucho el olvido.
Ley de la Predisposición o del Fin: una vez aceptada una meta, el camino hacia ella se hace agradable, por tanto hemos de clarificar cuanto sea posible nuestras metas en el estudio.
La memoria
La memoria es un conjunto de procesos destinados a retener, evocar y
reconocer los hechos pasados. Está en estrecha relación con el interés y la atención,
así como con la adecuada operatividad del cerebro. Es imprescindible para la vida, ya que
sin ella la existencia se desarrollaría en un presente vacío de significados. La memoria
se sirve de los sentidos para recoger los hechos y datos que luego serán nuevamente
elaborados por la mente.
La eficacia de la memoria depende de los siguientes factores:
Factores físicos: son una alimentación equilibrada, descanso suficiente y correcta respiración.
Factores psíquicos: ser realistas en nuestras metas y aspiraciones, controlar el pensamiento y afrontar las situaciones problema y solucionarlas.
Factores intelectuales: debe existir verdadera motivación e interés en aprender para efectuar la comprensión de los datos, factor imprescindible de la memorización.
Para facilitar el proceso de la memorización efectiva podemos utilizar lo siguiente:
Asociación de ideas: Organizar los datos en unidades con sentido, agrupados de acuerdo a un principio básico general, ya que así una idea evocará a otra.
Recodificar el material: Imponer nuestra propia estructura al material, cuidando que esa estructura sea adecuada al contenido y utilizar nuestras capacidades sensoriales de modo interrelacionado.
Fragmentar el material: El material a memorizar debe ser fragmentado en unidades con sentido que memorizaremos una a una. Cuando hayamos terminado, realizaremos una globalización de lo fragmentado.
Utilizar el interés del estímulo: La curiosidad y el verdadero interés, una buena concentración, la ausencia de nervios y el superaprendizaje, ayudarán al proceso de memorizar.
Repetición regular: Este es el mejor medio para garantizar la fortaleza del estímulo.
Características personales: Es necesaria la intención de aprender y la voluntad de asimilar, de modo que es conveniente que nuestros estudios coincidan con nuestros gustos personales.
Existen una serie de reglas mnemotécnicas (método simbólico) que son aplicables a volúmenes o materiales muy concretos y no evitan el hecho esencial de la memoria que es la comprensión.
Articuló Publicado en Psicólogo en la Red (ciudad futura) por Gloria Marsellach Umbert - Psicólogo