Criterios diagnósticos de trastornos mentales
F70-79 RETRASO MENTAL
F70 Retraso mental leve
F71 Retraso mental moderado
F72 Retraso mental grave
F73 Retraso mental profundo
F78 Otro retraso mental
F79 Retraso mental sin especificación
Cuarto carácter para especificar la extensión del deterioro añadido del comportamiento:
F7x.0 con deterioro del comportamiento mínimo o ausente
F7x.1 con deterioro del comportamiento importante que requiere atención o tratamiento
F7x.8 con otros deterioros del comportamiento
F7x.9 sin alusión al deterioro del comportamiento
Introducción
El retraso mental es un trastorno definido por la presencia de un desarrollo mental incompleto o detenido, caracterizado principalmente por el deterioro de las funciones concretas de cada época del desarrollo y que contribuyen al nivel global de inteligencia, tales como las funciones cognoscitivas, las del lenguaje, las motrices y la socialización. El retraso mental puede acompañarse de cualquier otro trastorno somático o mental. De hecho, los afectados de un retraso mental pueden padecer todo el espectro de trastornos mentales y su prevalencia es al menos tres ó cuatro veces mayor en esta población que en la población general. Además de esto, los individuos con retraso mental tienen un mayor riesgo de sufrir explotación o abusos físicos y sexuales. La adaptación al ambiente está siempre afectada, pero en en entorno social protegido, con el adecuado apoyo, puede no ser significativa en enfermos con un retraso mental leve. Puede recurrirse a un cuarto carácter para especificar el deterioro comportamental presente, siempre que no sea debido a un trastorno concomitante:
F7x.0 sin deterioro del comportamiento o con deterioro mínimo
F7x.1 con deterioro del comportamiento importante que requiere atención o tratamiento
F7x.8 con otro deterioro del comportamiento
F7x.9 sin alusión al deterioro del comportamiento
Si la causa del trastorno mental es conocida hay que
añadir un código adicional de la CIE 10 (por ejemplo, F72, retraso mental
grave + E00, síndrome congénito de déficit de yodo).
La presencia de retraso mental no descarta otros diagnósticos
adicionales de este tomo V (F). Sin embargo, las dificultades de
comunicación con estos enfermos hacen necesario para hacer el
diagnóstico, confiar más de lo habitual en los síntomas
objetivos tales como, en el caso de un episodio depresivo, la
inhibición psicomotriz, la disminución del apetito y del peso y
los trastornos del sueño.
Pautas para el diagnóstico
La inteligencia no es una función unitaria, sino que
ha de ser evaluada a partir de un gran número de capacidades
más o menos específicas. Aunque la tendencia general es a que
esas capacidades más o menos específicas tengan en cada
individuo un nivel de desarrollo equiparable, pueden presentarse
discrepancias profundas, en especial en los casos en los que
existe un retraso mental. Algunos enfermos pueden presentar
déficits graves en un área concreta (por ejemplo, el lenguaje)
o una capacidad mayor en un área particular (por ejemplo, en
tareas viso espaciales simples), a pesar de un retraso mental
profundo. Este hecho da lugar a problemas a la hora de determinar
la categoría diagnóstica a que pertenece la persona retrasada.
La determinación del grado de desarrollo del nivel intelectual
debe basarse en toda la información disponible, incluyendo las
manifestaciones clínicas, el comportamiento adaptativo propio al
medio cultural del individuo y los hallazgos psicométricos.
Para un diagnóstico definitivo deben estar presentes
un deterioro del rendimiento intelectual, que da lugar a una
disminución de la capacidad de adaptarse a las exigencias
cotidianas del entorno social normal. Los trastornos somáticos o
mentales asociados tienen una gran repercusión en el cuadro
clínico y en el rendimiento. La categoría diagnóstica elegida
debe, por tanto, basarse en la evaluación de la capacidad
global, al margen de cualquier déficits de un área o de una
capacidad concretas. A continuación, y a modo de una guía que
no debe ser aplicada de una manera rígida debido a los problemas
de la validez transcultural, se mencionan los cocientes
intelectuales correspondientes a cada categoría. Estas son
divisiones arbitrarias de un espectro complejo y no pueden ser
definidas con absoluta precisión. El C.I. debe determinarse
mediante la aplicación individual de tests de inteligencia
estandarizados y adaptados a la cultura del enfermo. Los tests
adecuados deben seleccionarse de acuerdo con el nivel de
funcionamiento individual y las invalideces concretas
adicionales, por ejemplo, por
tener en cuenta posibles problemas de la expresión del lenguaje,
sordera y otros defectos físicos. Las escalas de madurez social
y de adaptación aportan una información suplementaria siempre y
cuando estén adaptados a la cultura del enfermo y pueden
completarse con entrevistas a los padres o a las personas que
cuidan a estos enfermos y que conocen la capacidad del enfermo
para la actividad cotidiana. Sin la aplicación de métodos
estandarizados, el diagnóstico del tipo de retraso mental debe
ser considerado como provisional.
F70 Retraso mental leve
Los individuos afectos de retraso mental leve adquieren tarde el lenguaje, pero la mayoría alcanzan la capacidad de expresarse en la actividad cotidiana, de mantener una conversación y de ser abordados en una entrevista clínica. La mayoría de los afectados llegan a alcanzar una independencia completa para el cuidado de su persona (comer, lavarse, vestirse, controlar los esfínteres), para actividades prácticas y para las propias de la vida doméstica, aunque el desarrollo tenga lugar de un modo considerablemente más lento de lo normal. Las mayores dificultades se presentan en las actividades escolares y muchos tienen problemas específicos en lectura y escritura. Sin embargo, las personas ligeramente retrasadas pueden beneficiarse de una educación diseñada de un modo específico para el desarrollo de los componentes de su inteligencia y para la compensación de sus déficits. La mayoría de los que se encuentran en los límites superiores del retraso mental leve pueden desempeñar trabajos que requieren aptitudes de tipo práctico, más que académicas, entre ellas los trabajos manuales semicualificados. En un contexto sociocultural en el que se ponga poco énfasis en los logros académicos, cierto grado de retraso leve puede norepresentar un problema en sí mismo. Sin embargo, si existe también una falta de madurez emocional o social notables, pueden presentarse consecuencias del déficit, por ejemplo, para hacer frente a las demandas del matrimonio o la educación de los hijos o dificultades para integrarse en las costumbres y expectativas de la propia cultura.
En general las dificultades emocionales, sociales y del comportamiento de los enfermos con retraso mental leve, así como las necesidades terapeúticas y de soporte derivadas de ellos están más próximas a las que necesitan las personas de inteligencia normal, que a los problemas específicos propios de los enfermos con retraso mental moderado o grave.
Pautas para el diagnóstico
Si se utilizan tests de C.I. estandarizados de un modo adecuado el rango 50 al 69 corresponde a un retraso mental leve. La comprensión y el uso del lenguaje tienden a tener un retraso de grado diverso y se presentan problemas en la expresión del lenguaje que interfieren con la posibilidad de lograr una independencia, y que puedan persistir en la vida adulta. Sólo en una minoría de los adultos afectados puede reconocerse una etiología orgánica. En un número variable de los afectados pueden presentarse además otros trastornos tales como autismo, otros trastornos del desarrollo, epilepsia, trastorno disocial o discapacidades somáticas. En estos casos deben ser codificados independientemente.
Incluye: debilidad mental subnormalidad mental leve oligofrenia leve morón
F71 Retraso mental moderado
Los individuos incluidos en esta categoría presentan una lentitud en el desarrollo de la comprensión y del uso del lenguaje y alcanzan en este área un dominio limitado. La adquisición de la capacidad de cuidado personal y de las funciones motrices también están retrasadas, de tal manera que algunos de los afectados necesitan una supervisión permanente. Aunque los progresos escolares son limitados, algunos aprenden lo esencial para la lectura, la escritura y el cálculo. Los programas educativos especiales pueden proporcionar a estos afectados la oportunidad para desarrollar algunas de las funciones deficitarias y son adecuados para aquellos con un aprendizaje lento y con un rendimiento bajo. De adultos, las personas moderadamente retrasadas suelen ser capaces de realizar trabajos prácticos sencillos, si las tareas están cuidadosamente estructuradas y se les supervisa de un modo adecuado. Rara vez pueden conseguir una vida completamente independiente en la edad adulta. Sin embargo, por lo general, estos enfermos son físicamente activos y tienen una total capacidad de movimientos. La mayoría de ellos alcanza un desarrollo normal de su capacidad social para relacionarse con los demás y para participar en actividades sociales simples.
Pautas para el diagnóstico
El C.I. está comprendido entre 35 y 49. En este grupo lo mas frecuente es que haya discrepancias entre los perfiles de rendimiento y así hay individuos con niveles más altos para tareas viso espaciales que para otras dependientes del lenguaje, mientras que otros son marcadamente torpes, pero son capaces de participar en relaciones sociales o conversaciones simples. El nivel de desarrollo del lenguaje es variable, desde la capacidad para tomar parte en una conversación sencilla hasta la adquisición de un lenguaje sólo suficiente para sus necesidades prácticas. Algunos nunca aprenden a hacer uso del lenguaje, aunque pueden responder a instrucciones simples. Algunos aprenden a gesticular con las manos para compensar, hasta cierto grado, los problemas del habla. En la mayoría de los que se incluyen en esta categoría puede reconocerse una etiología orgánica. En una proporción pequeña pero significativa están presentes un autismo infantil o trastornos del desarrollo los cuales tienen una gran repercusión en el cuadro clínico y en el tipo de tratamiento necesario. También son frecuentes la epilepsia, los déficits neurológicos y las alteraciones somáticas, sobre todo en los retrasos mentales moderados, a pesar de lo cual la mayoría pueden llegar a ser capaces de un caminar sin ayuda. Algunas veces es posible identificar otros trastornos psiquiátricos, pero el escaso nivel del desarrollo del lenguaje hace difícil el diagnóstico, que puede tener que basarse en la información obtenida de terceros. Los posibles trastornos concomitantes deben ser codificados independientemente.
Incluye: imbecilidad subnormalidad mental moderada oligofrenia moderada
F72 Retraso mental grave
Tanto el cuadro clínico, como la etiología orgánica y la asociación con otros trastornos son similares a los del retraso mental moderado, siendo lo más frecuente en este grupo unas adquisiciones de nivel mas bajos que los mencionados en F71. Muchas personas dentro de esta categoría padecen un grado marcado de déficit motor o de la presencia de otros déficits que indica la presencia de un daño o una anomalía del desarrollo del sistema nervioso central, de significación clínica.
Pautas para el diagnóstico
El C.I. está comprendido entre 20 y 34.
Incluye: subnormalidad mental grave oligofrenia grave
F73 Retraso mental profundo
El cociente intelectual en esta categoría es inferior a 20, lo que significa en la práctica que los afectados están totalmente incapacitados para comprender instrucciones o requerimientos o para actuar de acuerdo con ellas. La mayoría tienen una movilidad muy restringida o totalmente inexistente, no controlan esfínteres y son capaces en el mejor de los casos sólo de formas muy rudimentarias de comunicación no verbal. Poseen una muy limitada capacidad para cuidar sus necesidades básicas y requieren ayuda y supervisión constantes.
Pautas para el diagnóstico
El C.I. es inferior a 20. La comprensión y la expresión del lenguaje, se limitan, en el mejor de los casos, a la comprensión de órdenes básicas y a hacer peticiones simples. Pueden adquirir las funciones viso espaciales más básicas y simples como las de comparar y ordenar, y ser capaces, con una adecuada supervisión y guía, de una pequeña participación en las tareas domésticas y prácticas. En la mayoría de los casos puede ponerse de manifiesto una etiología orgánica. Lo mas frecuente es que se acompañen de déficits somáticos o neurológicos graves que afectan a la motilidad, de epilepsia o de déficits visuales o de audición. También es muy frecuente la presencia de trastornos generalizados del desarrollo en sus formas más graves, en especial de autismo atípico, sobre todo en aquellos casos que son capaces de caminar.
Incluye: idiocia subnormalidad mental profunda
oligofrenia profunda
F78 Otro retraso mental
Esta categoría debe usarse sólo cuando la evaluación del grado de retraso intelectual es especialmente difícil o imposible de establecer mediante los procedimientos habituales debido a la presencia de déficits sensoriales o físicos tales como ceguera, sordomudez y en personas con trastornos graves del comportamiento e incapacidad física.
F79 Retraso mental sin especificación
En estos casos hay evidencia de un retraso mental, pero con información insuficiente como para asignar al enfermo a una de las categorías anteriores.
Incluye: deficiencia mental sin especificación subnormalidad mental sin especificación oligofrenia sin especificación